Me
he permitido extractar un pasaje de la vida personal de Haya de la Torre que
algunos “apristas de los últimos días” no conocen, no entienden que es el adalid
inseparable de la historia del partido Aprista peruano. La fuente, es de viejos
militantes de la causa, entonces.
Un
12 de Julio de 1931, Víctor Raúl Haya de la Torre desembarco en Talara
procedente del viejo continente, luego de 9 años de forzada ausencia, de 36
años de edad, recibido en multitudinario gesto de fervor ciudadano, de allí
emprendió su recorrido pueblo por pueblo donde, igual, el pueblo se volcaba a
rendirle su admiración y escuchar su mensaje de esperanza, de redención, de
justicia social. Era el líder del pueblo.
Llega
a su tierra natal Trujillo, el 26 de Julio. Antenor Orrego, amigo y juvenil
maestro, lo recibe así: “..Enarbolas la enseña de una generación beligerante y
marchan contigo la esperanza, la resurrección y la victoria de una nacionalidad
en trance de muerte..”
“..No
te queremos ni por encima ni por debajo de tu responsabilidad histórica, sino
en tu responsabilidad misma. Ni superhombre, ni infra hombre, sino hombre
pleno, con el corazón y los pies plantados en la tragedia cotidiana de nuestra
nacionalidad..”
Luego,
en el calor familiar abrazó fuertemente a su madre, sintió entre sus brazos
vigorosos temblar y sollozar a su madre y vió a su padre secarse las lágrimas
con orgullo paternal diciéndole: “Esto es un alto en el áspero camino del
apostolado y la batalla que has emprendido, hijo”.
SAI.

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