Nuestro país ha tenido y aún mantiene un proceso de crecimiento amorfo acumulando riqueza y energía social, sin haber podido desarrollarse suficientemente para cambiar viejas estructuras socio económicas, que lo hagan viable, sostenible y seguro sobre la base de redistribuir su riqueza con justicia, después de haberla creado.
La utopía de “repartir” antes de “producir” es pretender quemar etapas históricas confundiendo “salto cualitativo” con brinco oportunista, que es la causa de irremediables fracasos históricos.
El mundo del Siglo XXI se manifiesta a través de los capitalismos, el Privado y de Estado. Ambos en franca competencia mundial por el mayor flujo de información, bienes, ideas y mercados en condiciones cambiantes de sus negocios, ligados a la economía y la política.
Las transformaciones económicas, sociales, políticas, culturales y medioambientales que se implementen en nuestro país, deben ser fruto de una meditada acepción de un “concepto” de desarrollo, del que se tendrá que analizar, debatir y difundir, a fin de crear la necesaria “conciencia” de desarrollo, con una estructurada “estrategia” para la “participación” ciudadana en la toma de decisiones de los peruanos, investidos o no, de autoridad, y/o liderazgo.
Para gobernar una región, o un país como el nuestro, se requiere del “conocimiento”, “imaginación” y el “deseo de hacer bien las cosas”, que encierran la condición del verdadero desarrollo, si paralelamente a la gestión de gobierno, se aplica una inflexible y radical política de “moralización”, como herramientas válidas para la generación de riqueza para nuestros pueblos.
En nuestro caso, vivimos en un país privilegiado por los ingentes recursos naturales, mineros, agrícolas, pesqueros, turísticos, diversidad ambiental, que la falta de un concepto de desarrollo no ha permitido utilizarlos en beneficio de nuestra población.
Entonces definimos el concepto de desarrollo para un país como el nuestro como: “proceso de consecución de logros, tanto cualitativos como cuantitativos en el orden económico, social, político, cultural y medio ambiental, que conlleva a la elevación de la calidad de vida de la población peruana y a la realización integral de cada uno de los peruanos”.
El desarrollo así concebido, se basa en las potencialidades internas del país a través de una estructura integrada sectorial y regionalmente para el uso racional de los recursos y naturalmente la adecuada ocupación de nuestro territorio nacional.
La “estrategia” de desarrollo, debe aglutinar todos los esfuerzos en potencia de las habilidades y posibilidades del poblador-ciudadano de las zonas urbanas, marginal, rural y nativa. Debe plasmar una sistemización endógena y autosostenido que, en lo interno, promueva la integración nacional, la ocupación eficiente y racional del territorio, que genere los recursos necesarios para el bienestar colectivo y en lo externo, que procure la integración latinoamericana que nos permita ser parte del tejido económico del mundo globalizado.
La “estrategia” consiste en el cómo alcanzar los objetivos propuestos a corto, mediano y largo plazo, de cómo cumplir metas, cuándo hacerlo, dónde hacerlo, con quienes hacerlo, cómo conseguir que la visión estratégica sea una realidad para el espacio geo económico.
En la “estrategia” regional se debe tener presente, que la descentralización económica productiva y la descentralización política administrativa, constituyen las respuestas contundentes a la centralización y marginación regional y local, existente.
La “conciencia” de desarrollo, es una actitud justa y responsable en la construcción de una identidad ciudadana para confluir en el cumplimiento del objetivo común para la consecución de los “logros” mediante la participación ciudadana organizada, oportuna y permanente en la toma de decisiones. El peruano en particular, con conciencia del desarrollo nacional, regional o local, está en condiciones de contribuir con su parte alícuota en el logro de aquellos objetivos.
El Desarrollo, entendido así para los peruanos, no es sino, la construcción de un medio para satisfacer las elementales necesidades de la población, por que, el enfoque que se le da, es al impacto que alcancen los logros cuantitativos y cualitativos para mejorar la calidad de vida de todos los peruanos.
No se trata de anticipar el futuro, sino de facilitarlo.
Y, para finalizar este comentario, coincido absolutamente con Paul Samuelson, Premio Nobel de Economía 1987 que dijo al respecto: “lo auténtico que genera riqueza y bienestar en los pueblos y en las personas; no es necesariamente la economía, sino fundamentalmente su educación y su cultura”. De lo que me ocuparé en mis próximos escritos

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