Simplemente no soy comunista
Para
aquellos que, para insultarme me motejan de comunista, caviar, infiltrado,
odiador, entre otras veleidades; quiero hacer mi deslinde político, si es que
lo llegan a entender por ilustración. Con esto, quiero contribuir al
engrandecimiento del pensamiento aprista que conquistó la fe y la fuerza de
nuestros pueblos, que lucharon por una verdadera justicia social de pan con
libertad como lo concibiera y luchara Haya de la Torre y, por la que dieron
su vida los más de 6,000 mártires.
Creo
en la filosofía aprista como la negación dialéctica del marxismo obsoleto e
inaplicable a nuestra realidad. La “revolución” bien entendida es un proceso
auténtico de transformación de viejos sistemas de explotación del hombre por el
Hombre representado por países capitalistas, que ofrecen Libertad, pero no dan
Pan, y la explotación del hombre por el Estado representado por los países
comunistas, que ofrecen Pan pero no dan Libertad.
El
sistema aprista tiene la tarea compleja de cambio estructural en lo económico y
social para dar a su pueblo, Pan con Libertad. Por ello, aprismo es
revolución, el aprista es un permanente revolucionario, su pasión acelera
el esfuerzo apoyado por el conocimiento. El revolucionario no puede ser un demagogo
afiebrado.
El
aprismo, está lejos de asumir las tesis de la dictadura del proletariado, ni la
lucha de clases, ni del determinismo económico. Cuba, es una experiencia
dramática, honda y cercana que nos obliga a no ser utópicos.
Lenín y Trostky pudieron llevar sus tropas comunistas a la victoria
en el frente de batalla, pero no lograron el triunfo económico social ruso.
El aprismo propugna la conjunción de las clases productoras
oprimidas por el imperialismo en un sólido Frente Único, para conducir
el Estado en defensa de sus comunes intereses.
La
vinculación de lo que hay en común de las clases campesina, proletaria y media,
constituye la esencia económica del aprismo y nuestra democracia debe amparar
el anhelo y la necesidad de la mayoría que integran nuestro partido, nuestra
nación (H. de la T. “Plan del Aprismo” pág. 7 y 8 ed. Guayaquil).
El
aprismo como pensamiento filosófico y como sistema político, se apoya sobre
sólidas bases de realismo y verdad. A decir de Frederick Engels (coautor
del Manifiesto Comunista) “la realidad no se inventa, se descubre”. Lenín,
(gran transformador de la revolución rusa) decía: “es teóricamente absurdo
pretender implantar los dogmas a otras realidades, como si fueran moldes de
acero” (Comunismo de Izquierda pág. 145).
Aprismo
no es comunismo. Esta afirmación está fundada en el propio Marx quien sostenía,
que el comunismo científico es una etapa social y económica -posterior- al
industrialismo capitalista. La gran industria crea al gran proletario y cuando
éste evoluciona lo suficiente, va alcanzar un alto grado de conciencia y de
cultura (H. de la T. 1931-Manifiesto a la Nación).
El
Plan Económico del aprismo consiste primordialmente en el control de la
economía como protección y defensa del desarrollo del país que lo hace
verdaderamente nacionalista.
En
nuestros pueblos, el nacionalismo es revolucionario, por ende confluye con el
socialismo (JC. Mariátegui – Amauta - pág. 38).
El
aprismo, propugna la nación de las clases explotadas, oprimidas para combatir a
los opresores (L.A. Sánchez –Cuestiones Elementales del Aprismo- pág. 24).

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