02 AGOSTO 1979 nos dejó el maestro de juventudes.

Mi genuina lealtad aprista, me convierte en ser reconocido por los mejores e ignorado por los mediocres.

 

El destino me honró con el privilegio juvenil de conocer a Víctor Raúl Haya de la Torre, de quien recibí su paternal afecto y energía vital de su grandeza espiritual y aquellas lecciones de vida, que calaron en mí, el signo permanente de beber de la fuente viva sus principios y valores del pensamiento aprista para predicar al pueblo, la justicia social y luchar por ella.

 

Haya, no sólo fue un líder histórico sino un archivo viviente y testimonial de innumerables y ejemplares luchas contra la injusticia.

 

Hace 58 años nos dejaste maestro, y tu legado quedó con nosotros, tus leales compañeros y ante la tumba que te aguarda hoy, para decirte como lo diría el combatiente Manuel Seoane: “Jefe, maestro comprendo que estoy amarrado a tu destino por tus ideas y también por tus sentimientos. Unos y otros llenaron mi vida entera”.

 

Haya de la Torre, murió pobre con dignidad e ingresó a la historia por la puerta grande y luminaria, como los hombres probos y, hoy ocupa su lugar en el aposento de los bienaventurados.

 

Así te recuerdo. Jefe.

 

 

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