Están de moda las traiciones en el tejido social del país, cunden como si fueran una pandemia más, producto de la incultura política estructural que la nutre y abriga.
En política, el hombre que atesora sus fuerzas, adquiere valor moral, con sentimiento del deber que condiciona su dignidad. Piensa como debe, dice como siente, actúa como quiere. No persigue recompensas ni le abruman las desventuras. Recibe con serenidad el contraste y con prudencia la victoria.
El político acepta las responsabilidades de sus propios errores, rehúsa ser cómplice de ajenos. Solo el valor moral puede sostener a los que dan su vida por sus principios, valores y doctrina; ascendiendo al heroísmo.
La tragedia griega del PAP, al estilo peruana, en su último capítulo, no terminado de escribir, vemos la temeridad riesgos estériles de iscariotes, pretorianos y pilatos que por vanidad o por mesadas verdes en loncheras, muestran bravura episódica pretendiendo imitar a Sócrates, a Cristo, a Spinoza en la convergencia del pensamiento y acción. Pero no cuentan con la fe de los creyentes.
Ante la tumba política del PAP, yace su lápida puesta por matamoros, iscariotes, pretorianos y pilatos, que no son más que obreros del Gran Traidor, conquistado por fuerzas malignas del poder económico envileciéndolo alimentándole su ego colosal, lo corrompió, lo compró para que sea su líder de las mil noches; permitiendo a su vez, el festín de sus pretorianos y pilatos con carta libre para el pandillaje electorero.
El Gran Traidor salió de escena de la tragedia griega a la peruana, dejó al PAP destruido; y para que lo recuerden sus pretorianos, iscariotes y pilatos, que no habrá otro como él, les encargó tareas secundarias en entretenimiento, escusas y lavado de manos.
Luego de la desaparición del “difunto fugado” emprendieron las de san diego, sus pretorianos de entonces su “Estado Mayor” dejando al PAP, sin legitimidad, sin legalidad, sin organización, sin moral, sin ética, sin convicción, sin leal militancia, sin pueblo, sin esperanza. Solo escombros y vergüenza.
En el interín de la escena, nos entretiene un bufón palurdo de tercer nivel, a quien los ingenuos “acusan” como el traidor de no haber “reinscrito al partido”, y se fue a la otra vereda con su circo político partidario para, según expresan sus pupilos, “desde allí revivirá al PAP”.
Los “obsecuentes voluntariosos” son el cuarto nivel que en nombre del PAP figurean en Facebook, WhatsApp, Twitter y otras ventanas y nunca levantaron su voz enérgica de protesta y condena, ante el asesinato del partido, hoy se presentan como expositores, ponentes e invitados hablando de la misión histórica del partido en algunos casos y otros con claro desconocimiento de la doctrina ortodoxa aprista.
Esos obsecuentes voluntariosos se despotrican cada vez que pueden, contra el traidor culpable de no haber “reinscrito” al partido para la pichanguita de octubre del 22. El tornero de los electoreros. No les interesa el PAP, quieren jugar con la camiseta. No hay tribuna, cancha ni público para ellos, pero son tercos.
Haya de la Torre desde 1933 aseguró: La gran misión del aprismo no es llegar a Palacio, sino a la conciencia del pueblo.
Si los “apristas, de Haya de la Torre” desde las cenizas, quieren recuperar al PAP, deben reconstruir su “LEGITIMIDAD” que es elemental para obtener la “LEGALIDAD”.
Tarea de fortaleza y entrega para los “Apristas, de Haya de la Torre”, para quienes, sigue siendo el Jefe, más allá de su muerte y la sus mártires, esperan justicia hoy.
SAI.

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