La dependencia económica de América Latina respecto de los Estados Unidos y Europa, se han esbozado numerosas tesis, sin una fórmula completa para la solución de esa dependencia.
Desde la ortodoxia marxista que suponen la
tesis que, el proletariado debe destruir el sistema de subordinación económica
dentro del capitalismo. Hasta los rancios del capitalismo, que sostienen que
nuestros países el libre mercado tiene razones de inversión, explotación de
materias primas y mercado de venta para sus productos.
Desde el decenio de los 90, nos enmarcaron
como designio en los Tratados de Cooperación Recíproca (TCR) para los primeros
y los de Libre Comercio (TLC) para los segundos.
Frente a éstas dos posiciones, nuestros
países de América Latina y el Caribe, particularmente nuestro país, es
necesario plantear una vez por todas, la defensa de nuestros intereses
nacionales mediante un frente de clases productoras pequeños industriales,
campesinos, artesanos, comerciantes, mineros, agricultores, pesqueros,
intelectuales, micro, pequeño y medianos empresarios, unidos para construir un
nuevo Estado en atención a los grandes intereses de nuestra mayoritaria
población, menos favorecida.
Este nuevo Estado debe ser el obligado promotor
del desarrollo, contralor de la producción y de la redistribución de la
riqueza. Condiciona la inversión de capitales y el comercio, dentro de una
economía social en defensa y protección de los derechos humanos y el interés
del productor. Así como proteger y defender el medio ambiente y su
biodiversidad.
La inversión extranjera debe contribuir con
el desarrollo económico, social y cultural del país, más aún con los pueblos
adyacentes donde ésta desarrolla sus operaciones.
SAI.


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